cosas marchitas, dando vida a las sedas
y el encaje, los polvos de arroz, los relojes
de pared iluminando como lunas imposibles
las galletas que te estiran y los licores
que te encogen, o a los laberintos imposibles
donde van a parar ciertas muñecas
hechizadas de terciopelo dulce
y porcelana asombrada.
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